jueves, 29 de mayo de 2014

La peligrosa decadencia del Imperio

La peligrosa decadencia del Imperio Andrés Piqueras
Público.es

A cien años de la Primer Gran Guerra podemos estar asistiendo al principio del fin de la hegemonía
estadounidense. De los dos pilares en los que todavía se sustenta ésta, el dólar (o el mundo
financiero en general) y el complejo industrial-militar, el primero está en franco desmoronamiento;
lo que previsiblemente minará a su vez al segundo.
La continua creación de dinero sin respaldo (dólares-chatarra) por parte de la Reserva Federal de
EEUU, no es sino una desesperada huida hacia adelante para no reconocer el colapso económico de
la hasta ahora principal potencia mundial.
La sustitución del dólar como moneda de referencia internacional, por alguna moneda
"materializada", referida a los recursos energéticos, está cada vez más próxima. Eso quiere decir
que los países con reservas energéticas adquirirán un creciente peso si logran preservarlas para sí
mismos.
Pero mientras que las potencias geoestratégicas emergentes no buscan provocar abiertamente el
derrumbe del dólar, pues le necesitan al menos mientras no se hayan desacoplado totalmente de
él, EEUU está emprendiendo una ofensiva desesperada para mantener artificialmente el dólar como
moneda refugio e intercambio internacionnal. Uno de sus puntos de anclaje para ello es crear
inseguridad en torno a los recursos energéticos y especialmente el petróleo. Esto es así porque al
pagarse el petróleo en dólares, si hay una crisis petrolera subirá el precio del "oro negro" y con ello
la demanda de dólares, permitiendo la revalorización del papel verde.
El otro punto radica en generar inestabilidad político-militar para hacer ver que sólo la moneda del
más fuerte puede tener alguna seguridad. Por último, pero unido a esto, EEUU trata por todos los
medios (y digo todos) de desbaratar la potencialidad de Eurasia. Eurasia es el Heartland ("la Isla del
Centro del Mundo" en el vaticinio del primer estratega norteamericano, Mackinder), donde está la
gran masa de población, recursos y riqueza.
Algunos de los elementos geoestratégicos más importantes de la intervención del imperio en
declive son:
1. Acoso sistemático a Rusia. No contento con acabar con la URSS, persigue ahora desmembrar
también Rusia, tratando de reducirla a un tamaño insignificante y sobre todo intentando separarla de sus territorios asiáticos y descolgar de ella Siberia, donde se alberga la mayor variedad de
recursos del planeta. Chechenia, Georgia y algunos otros han venido siendo puntos calientes al
respecto. Pero últimamente ha combinado esta política con intervenciones geoestratégicas de
mayor calado, golpeando a Rusia a través de: a) la crisis bancaria de Chipre (allí es donde Rusia
transformaba las cuentas de su energía en monedas de cambio para las compras internacionales);
b) la guerra de Siria (cortando la salida de los oleoductos rusos al Mediterráneo e intentando a la
vez establecer una cabeza de puente para el control de todo Asia Occidental y Central); c) el golpe
de Estado en Ucrania (convierte al que se había pactado como un Estado tampón entre las
potencias europeo-norteamericanas y Rusia en un Estado hostil a este último país, en sus propias
puertas; al tiempo que intentaba privar a Rusia de la estratégica Crimea).
2. Asedio a China a través de una permanente penetración en Asia Occidental y Centro-Asia, la
implantación de un reguero de bases militares en las antiguas repúblicas soviéticas asiáticas, la
desestabilización del flanco más oriental a través de las continuas provocaciones a Corea del Norte,
el bloqueo del mar de Malaca (principal vía de los intercambios chinos) y el intento de
desmembración del territorio chino por el lado del Tíbet, son sólo algunos de los eslabones
estratégicos de aquel asedio.
3. Lucha sin cuartel en África contra la penetración china en este continente, previo desplazamiento
de Francia del mismo, y apropiación de todo lo que es apropiable allí (Libia, Congo, República
Centroafricana, Mali y ahora Nigeria, son algunos de los puntos calientes en un incendio de guerras
provocadas que asolan sin piedad el continente).
Tanto en Asia como en África las intervenciones imperiales dejan atrás sociedades barbarizadas y
en guerra entre sí, regiones enteras en manos de "señores de la guerra", a menudo con un notorio
ascenso de la influencia de Al-Qaeda (que luego justifiquen nuevas intervenciones militares en una
espiral sin fin). También dejan Estados carcelarios, como Egipto, Yemen o Irak, que se vienen a
sumar en ello a Israel.
4. Contra-ataque en su "patio trasero" para anegar los procesos tanto progresistas como
bolivarianos en América Latina (véase especialmente el presente acoso a Venezuela, donde la
superpotencia se juega las posibles mayores reservas petroleras del mundo y un "peligroso"
liderazgo contra-hegemónico). Ya ha tenido éxito en los golpes de Estado de Honduras y Paraguay.
¿Mientras tanto qué le depara a Europa?
Al viejo continente le tiene envuelto en otra dinámica belicista de "Guerra Fría" contra Rusia,
precisamente cuando la vinculación a este país sería la única vía de salida futura inteligente para
Europa desde un elemental sentido común capitalista (allí está la energía, la defensa nuclear,
enormes recursos y mercado potencial que se abre también hacia el resto de Asia, por ejemplo).
Además de otros objetivos ya vistos, a través de la creación de la crisis de Ucrania EEUU logra dar
dos pasos a la vez. Uno: meter el miedo a los europeos de un probable corte de suministros
energéticos por parte de Moscú, llevándoles a refugiarse en el espejismo energético del fracking
estadounidense. Y dos: dar cobertura para que su complejo industrial-militar pueda intentar tirar de
nuevo de la economía.
Al mismo tiempo la superpotencia americana busca la implantación de un macro acuerdo de "libre
comercio" (TTIP) con Europa. Con esto pretende dar una salida a sus productos hacia Europa ante
un mercado interno crecientemente insolvente. Para ello necesita que los europeos desbaraten la
legislación protectora de sus economías y rebajen o eliminen los controles de calidad de las
mercancías y las regulaciones sobre transgénicos y demás prevenciones respecto de la salud
pública. Aún más importante, busca preservar al dólar como moneda de intercambio con Europa y
evitar que ésta forme bloque con los BRICS y muy especialmente con Rusia.
Curiosamente, una vez doblegados los principales líderes europeos bajo tremendas presiones (con
algún sui generis "golpe de Estado" por medio, como el de Renzi), el último reducto de resistencia
ante toda esta tropelía que se lleva a cabo, como es habitual con el mayor secretismo, no son las
poblaciones europeas, que no saben de la misa la media al respecto; ni siquiera las principales
fuerzas sindicales, al parecer ocupadas en no perder legitimidad frente a la Troika. Ese último
reducto parece encarnarlo la clase capitalista alemana. Demasiado consciente de lo que se juega
dando la espalda a la parte rica del continente que llamamos Eurasia.
Al margen de los resultados de las recientes elecciones que en gran medida son ajenas a todo ello,
es extremadamente urgente para los pueblos europeos reaccionar contra las dinámicas de guerra y
nuevo auge del fascismo que cien años después sacuden de nuevo sus tierras.
Andrés Piqueras. Profesor de Sociología Universitat Jaume I de Castellón


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