jueves, 29 de mayo de 2014

Ética y lealtad

Desde tiempos inmemoriales, la convivencia humana  ha elaborado principios. Los principios  son valores esenciales intangibles y constantes.  Principios como  la fidelidad y la lealtad han regulado conductas, deberes, saberes y destinos humanos.  En la guerra y en la paz, un acto condenable es la traición. 

El Che Guevara magnánimo y generoso en el combate  “hay que ser duros pero nunca perder la ternura”  no dejaba pasar un acto de traición y en el mismo momento, la  traición se pagaba con la vida.

La lealtad  será siempre la  recuperación de  lo originario, de lo autentico. Ser leal  será entonces   un retorno a la verdad sentida y buscada. ¿Pero que es la verdad?  Digámoslo, simple: lo autentico, lo contrario a la mentira, por ejemplo;  verdad  es un eterno encuentro con la libertad y la justicia (una categoría universal). Mentira es sostener  la  realidad con la ilusión de la palabra o con la tergiversación perceptiva de lo real  desde lo falso. La genealogía de la traición esta adscrita a la genealogía de una  moral regresiva (dejar de creer por conveniencia o dejar de creer y decir que se cree porque conviene).

Los traidores son seres viscosos que para no suicidarse justifican y precian sus actos.

Toda mentira es siempre un "autoengaño" que disocia a la persona en sí misma.La mentira, además, atenta contra el significado propio de la palabra de ser signo manifiesto del pensamiento interior. La mentira, finalmente, traiciona la confianza y la promesa que toda palabra-signo significa para el otro, con efectos socialmente destructores. Toda comunidad y sociedad procede del encuentro libre de personas que se comunican, abriéndose mutuamente en la verdad del propio pensamiento. La palabra, pronunciada o expresada de cualquier manera, es un acto de mutua confianza, instauradora de relaciones humanas. Comunicar es dar fe a la palabra. Toda mentira atenta contra este crédito de la palabra. Viola la promesa que toda palabra significa para el destinatario, lo induce a error, desviándolo para placer propio e hiriéndole en su dignidad de persona. Toda mentira es un abuso de confianza, que aleja a las personas y alienta la ruptura de los vínculos sociales. La mentira engaña al otro, con consecuencias socialmente envilecedoras, contagiosas e involutivas.

La lealtad es una virtud  que se desarrolla en la conciencia y que implica cumplir con un compromiso aun frente a circunstancias cambiantes o adversas. Se trata de una obligación que uno tiene para con el prójimo. Lo contrario de la lealtad es la traición, que supone la violación de un compromiso expreso o tácito. El caso más comúnmente citado es la infidelidad en una relación de pareja: no ser leal a esa persona con la cual se estableció un lazo sentimental es considerado una traición.


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