sábado, 7 de junio de 2014

Vivir el perdon

Libro muy interesante Vivir el perdón, web www.vivirelperdon.com


Elijo paz ahora
Suelto toda la historia
audioMp3
Todo
el conflicto está en mi mente 


Responsabilidad mental 
Me libero de toda expectativa sobre ti.
No espero nada de ti. Te libero y me libero.
No quiero que me trates de ningún modo, no quiero que me hables de ninguna forma. Sé tú mismo.
No deseo que cambies.
No espero que digas nada, ni que pienses nada, ni que sientas nada.
Renuncio a toda exigencia sobre ti.
No necesito nada de ti, pues te acepto tal cual eres.

Lo he visto y me libero
Liberarme del programa


El ataque no tiene sentido
Renuncio al sufrimiento


Si es sufrimiento, es culpa Si es culpa, es falso
Corregir la percepción 


He visto el programa dentro de mí. Regreso aquí y ahora.
Elijo paz y sonrío en mi inocencia. Lo he visto y me libero.
Yo no soy eso.

Esto que veo no puede ser
de otra manera.
Pero mi percepción puede cambiar, pues está en mi mente.
Elijo cambiar mi percepción.

Permanezco atento a
mis pensamientos de conflicto. Y, si los veo aparecer, celebro darme cuenta.
Lo he visto y me libero.
Me libero del programa.



Siento enfado, me han ofendido, estoy dolido.
Estoy preocupado,
tengo miedo, desconfío.
Me siento mal conmigo mismo, siento culpa, me siento erróneo. Ante esta situación, sea la que sea, ¿qué elijo?:
¿paz o conflicto?

Respiro y me digo internamente: «Elijo paz ahora».
Dejo a un lado todo el asunto, todo el entramado
de pensamiento de dolor, suelto toda la historia
y me repito lentamente: «Elijo paz».
Y espero a sentirla, respirando y repitiendo muy lentamente: «Elijo paz».
Siento el efecto de mi elección. Agradezco reconocer esta libertad interna y poder ejercerla. 


Siento una emoción.
Ya no tengo que preguntarme su causa. Si me siento mal, es que percibo incorrectamente.
Es una proyección desde la culpa inconsciente.

Si es sufrimiento, es culpa. Si es culpa, es falso.
Es un programa.
Lo he visto y me libero.

Siento rabia, dolor, temor o culpa; si es tenso, es culpa.
Si es culpa, es falso. Elijo paz ahora.


El ataque no tiene sentido.
La culpa no sirve para aprender.
El sufrimiento no es necesario para crecer. El miedo no nos mantiene preparados.

Yo soy comprensión,
me niego a jugar con la locura. Renuncio al sufrimiento, mi máximo objetivo es la paz. El ataque no tiene sentido.

Yo soy comprensión,
en la luz es evidente.
Basta de locura y sufrimiento. Renuncio a volver a hacerme daño.

No necesito sufrir, no necesito culpar, no necesito temer.
El ataque no tiene sentido. 


Yo siento
Aceptar el sentir


Soltar expectativas
Me libero y te libero


No puede hacer nada distinto
de lo que hace
Veo inocente la inconsciencia


Todo
el conflicto está en mi mente 

Responsabilidad mental 


Entra en relajación, respira suavemente y, después, imagina que estás delante de la otra persona.
Visualízalo tranquilo, mirándote y escuchando atentamente lo que le tienes que decir.
Ahora, di en voz alta −de un modo suave pero decidido− cada una de las siguientes frases
como si te dirigieras directamente a él o ella. Después de cada frase, inspira profundamente y siente. Deja mucho espacio entre una y otra.

Me libero de toda expectativa sobre ti.
No espero nada de ti. Te libero y me libero.
No quiero que me trates de ningún modo, no quiero que me hables de ninguna forma. Sé tú mismo.
No deseo que cambies.
No espero que digas nada, ni que pienses nada, ni que sientas nada.
Renuncio a toda exigencia sobre ti.
No necesito nada de ti, pues te acepto tal cual eres.

Repítelas de nuevo todas, lentamente, dejando suficiente espacio como para sentir entre cada una de las frases. Quédate unos minutos en silencio acompañando a tu sentir.
La causa de lo que siento
está en mi subconsciente.
Si me siento mal, es porque percibo mal.

Renuncio al victimismo. Abandono la proyección.
Ahora tomo el poder.
Soy responsable de lo que siento; porque la causa de lo que siento está en mí. Todo el conflicto está en mi mente.

Renuncio a culpar a nadie por lo que siento. Atacar mentalmente no tiene sentido.
El ataque no es mi naturaleza. Renuncio al ataque,
pues solo me hace sufrir.

No hay causas fuera de mí. Nadie me ha hecho nada. Todo el conflicto está en mi mente.
Todo sufrimiento es culpa,
y la culpa es falsa. Perdonaré esto para, así,
verlo de otra manera.
En silencio recuerdo: «Soy inocente». Elijo paz ahora.



Sensibilízate a cualquier emoción
en el mismo momento de sentirla.
Hazte presente en ella,
haz que la luz de tu conciencia ilumine tu sentir. Detente a honrar tu sentir, cualquiera que sea. Siente tu tristeza, hónrala.
Siente tu miedo, siente tu ansiedad, siente tu dolor. Todo ello está llamando tu atención.

Abandona todo pensamiento y enfoca tu conciencia en el interior.
Deja de dar nombre a tus sentimientos.
Di simplemente: «Yo siento», y respira. Hazlo sin pensar,
entrega toda tu conciencia a esta experiencia.

Di: «Yo siento», y entrégate a sentir
en tu cuerpo todo lo que hay.
Deja que se extienda.
El sentir es vida pura aprisionada por ideas, el sentir es tu hijo al que atiendes en silencio. Respira y enfócate en tu interior
todo el tiempo que tu sentir te pida. Abrázalo y permite plenamente que suceda. Si, ocasionalmente, surge llanto, déjalo fluir sin interferencias.

Hazlo en cualquier momento en el que puedas sentir, date cuenta con total presencia de esa energía. Quédate ahí mientras respiras y
no permitas que tu mente elabore historias. Ahora no es el momento de pensar
cómo pasó o porqué:
acepta tu sentir y acepta el sentir del otro.
Di simplemente: «Yo siento», respira profundamente y deja que se extienda el sentir.

No intentaré cambiar su mente mediante el ataque.
En este momento, no puede hacer nada distinto de lo que hace.
Ve lo que ve. Siente lo que siente. Es consciente de lo que es consciente. Es inocente de su inconsciencia. Un programa la rige,
hasta que ella decida mirar mas allá. Ahora lo decido yo.

Ella no es eso.
Renuncio a culparla por lo que siento. Lo he visto. Es un programa. Renuncio a mi ataque mental. Ella es lo mismo que yo,
amor y comprensión,
y no lo que veo.

Renuncio a la inconsciencia.
No intentaré cambiar a mi semejante mediante el ataque.
En este momento, no puede hacer nada distinto de lo que hace. Elijo perdonar.
Elijo paz.


No sé
Humildad


El perdón cotidiano de la proyección: 3-1
Reconozco el espejismo


Todo está en mi mente
Nadie me hace nada


La decisión de perdonar
Elijo ver amor



En cuanto percibas que estás atacando, juzgando o rechazando a alguien, toma conciencia del juicio que hay en tu mente: «X es...» o «X me hace...».
Observa el juicio afuera (tercera persona: él) y, después, pásalo de tercera a primera persona.
Permanece atento a tu interior para descubrir, intuitivamente, un aspecto similar de culpa que hay en tu mente, sobre tu propio personaje, aunque lo sientas con otra forma, tiempo o grado.
Toma conciencia del juicio similar que, inconscientemente, haces sobre tu propio personaje (primera persona: yo).
No permitas que este ejercicio se convierta en una investigación o un juicio sobre ti mismo. En cualquier momento en que encuentres al investigador haciéndote creer que realmente eres culpable, aplica el «no sé». Presta atención para detectar si te sorprendes haciendo planes para portarte de una manera distinta.
Lo que importa es que has descubierto el aspecto de culpa, no el aspecto en sí. Pues si es culpa, es falso.

Abandona las estrategias de corrección de tu personaje. Este es un ejercicio de conciencia. Si te enredas en el intento de programar un comportamiento correcto, es muy probable que la culpa te atrape.
Céntrate en tomar conciencia.

Siempre, cierra el ejercicio en silencio, aplicando el enfoque «Lo he visto y me libero».
Relájate, respira y dedica un momento a sentir el silencio. Luego, di muy lentamente las frases siguientes, dejando tiempo después de cada una de ellas para respirar profundamente y sentir.
Elijo ver a X absolutamente limpio de toda mancha.
Puede ser que ahora mismo no lo sienta así, pero, sin duda, quiero sentir a X totalmente inocente.
Elijo verlo absolutamente inocente.
Deseo sentir a X completamente inofensivo, como si no fuera ninguna amenaza para nadie.
Es mi voluntad percibirlo sin ningún temor. Elijo sentir a X desde una total paz y aceptación. Quiero verlo con los ojos del amor. Deseo ver la comprensión en X.
Es mi voluntad ser aceptación.

Finalmente, respira y pon toda tu conciencia en el sentir.
No importa que en ese momento no puedas ver así a esa persona.
Sé consciente de tu profundo deseo de que así sea.


Cuando estás absorto en dudas, en anticipaciones, en juegos, y sobre todo en mitad de un conflicto, entrénate en este ejercicio limpiador. Simplemente, di no sé, respira y
suelta toda la importancia de las ilusiones mentales.

No sabemos, nunca hemos sabido, ni nunca sabremos si nos basamos en la mente programada.
Tu personaje vive de pensamientos heredados
de otros que no sabían,
la cultura se fundamenta en suposiciones.

No supongas, di firmemente: no sé.
No adivines, di sencillamente: no sé.
No dudes.
Libérate de la confusión reconociendo que no sabes. No fabriques historias y culebrones,
di no sé y vuelve al ahora,
el único momento que comparte tu realidad.
¡No tienes porqué saber! ¡No tienes porqué comprender!

Usa el pensamiento de las formas solo para las formas, operaciones prácticas y materiales,
para los trámites de lo cotidiano.
No le permitas decidir en tu comprensión profunda de la vida ni en las relaciones humanas.
Libérate de las ilusiones de tu aparente conocimiento. Deja espacio para que aflore la auténtica inteligencia. Di no sé y ábrete a saber de verdad.
Únete a la vida en sus decisiones, se una con ella. Cuando la verdadera inteligencia te visite,
no tendrás duda y sabrás.

Contemplo la proyección: en todo momento,
el conflicto que aparece brota desde mi interior.

Las personas me representan, las relaciones me mueven, el sentir me experimenta: todo está en mi mente.
Abandono la proyección, dejo la lucha de las sombras, renuncio al juicio de las formas. Regreso al mundo de las causas.
En mi subconsciente está el conflicto. Solo una idea lo encierra y yo tengo la llave. El conflicto está en mi mente
y el poder también.
Todo está en mi mente.


Elijo cambiar mi percepción
Pido ayuda


Acepto la sanación
Elijo amanecer


No pudo ser de otra manera
Renuncio al control


Lo dejo en manos de la Paz
Soltar


Tensión, ansiedad
culpa, juicio
miedo, preocupación
incluso prisa o necesidad...
Mi niño me avisa,
estoy derrochando mi atención en lo falso.

Una gran piedra, aparentemente sólida y real está frente a mí,
porque la sujeto firmemente con mis manos:
mi atención la sostiene.
Creí que en el sufrimiento estaba mi salvación.

Ahora miro a mi interior y nace la luz en mí. Acepto la sanación. Elijo amanecer.
Recibo a la luz en mi interior con gratitud. Solo mis propias creencias
me estaban afectando.
Ahora siento la liberación.
Te lo doy todo ahora.
Acepto la sanación.

Ante cualquier perturbación, recuerdo la verdad y lo dejo en manos de la paz.
Lo dejo en manos de la paz. Y lo suelto.
En silencio disfruto de la verdad.
Me hago a un lado y soy uno con lo que la vida quiere. Ante una situación que temo enfrentar, le hablo al Ser:

No sé qué es lo que tengo que hacer ni qué tengo que decir.
No sé qué es mejor ni peor. Suelto el control y me hago a un lado, pues solo soy un instrumento tuyo. Lo dejo en manos de la paz.

Elijo la paz y su desapego, el sosiego de la verdad.
Te dejo pasar. Siento el espacio que se abre dentro de mí. Comparto mi rumbo con la paz.
Descanso en el Ser.

Elijo conscientemente la paz en este proceso.
Si siento rabia o decepción, lo dejo en manos de la paz. Si siento pesar, pérdida o soledad,
lo dejo en manos de la paz.
Si siento preocupación o desconfianza,
lo dejo en manos de la paz.
Si siento dolor, lo dejo en manos de la paz.
Si tengo dudas o confusión, lo dejo en manos de la paz.
Dejo que por mí fluya el Espíritu. Abro espacio para la gracia en mi vida. No tengo por qué ir solo en este viaje. Lo dejo en manos de la paz.


Siento la emoción,
el conflicto está en mi mente. No estoy en paz,
mi percepción es incorrecta.

Pido ayuda,
elijo cambiar mi percepción. Estoy decidido a ver de otra manera.

Te lo doy todo ahora,
pues no sé nada.
Te entrego mi mente. Deseo ver belleza, decido ser feliz.
Elijo paz,
quiero ver con los ojos del amor.

Pido ayuda,
elijo cambiar mi percepción, estoy decidido a ver de otra manera.

Nunca he controlado nada. Nunca controlo nada. Nunca controlaré nada. Renuncio al control.
Es una ilusión.

Confío en la vida.
Todo pasó como pasó.Y ya pasó.
Lo demás es fantasía, forcejeo y resistencia.

Me libero de la culpa.
Me libero de la resistencia. Me libero del miedo.
Me libero del control. Renuncio a la creencia en el caos.

La libertad es interior,
reside en lo profundo de mi mente, en el mundo de las causas.
En el mundo de los efectos,
la libertad de los cuerpos es pura ilusión.

Me libero del control.
No pudo ser de otra manera.
No puede ser de otra manera.
No podrá ser de otra manera, sino como es.


Perdón impersonal
Elijo ver belleza


La mirada del amor
Te veo


Los cinco pasos
Proceso meditativo de perdón


Siéntate, relaja todo el cuerpo y comienza con este proceso ante cualquier circunstancia
de conflicto o pérdida de paz.

Yo siento: acepto mi sentir.
Todo el conflicto está en mi mente: abandono la proyección y reconozco que el conflicto se debe a una interpretación en mi mente, una percepción incorrecta.
No sé: desmonto todos los juicios programados −uno a uno− sobre la persona o la situación a perdonar, diciendo «no sé» a cada uno de ellos,
según aparecen en mi mente.

Elijo cambiar mi percepción: deseo ver belleza, deseo ser feliz. Elijo la paz, elijo ver con los ojos del amor. Pido ayuda, elijo cambiar mi percepción, estoy decidido a ver de otra manera. Entrego mi mente.
Me dejo en manos del Ser.

Acepto la sanación: acepto lo que es. Entro en sintonía con la aceptación de mi experiencia de vida tal y como es, o del suceso conflictivo tal como pasó.
Cierra el ejercicio meditativo sintonizando con el agradecimiento. Di lentamente «gracias» varias veces, permitiéndote sentir.


En cualquier momento, tómate unos pocos minutos para practicar el perdón con personas desconocidas. Contémplalas y observa tu interior.
Utiliza tu guía emocional para comprobar si surgen señales de juicio, pequeñas emociones, micropensamientos de clasificación, asociaciones con el pasado, fugaces señales de rechazo o condena en tu mente hacia las personas, ya sea por su apariencia, aspecto, gesto, movimiento, actitud, etcétera. ¿Sientes una sutil tensión interna en esta percepción formal? Toma conciencia de este estado mental.

Entonces, cierra los ojos un instante y di para tus adentros: «Elijo ver belleza. Elijo ver amor».
Respira, siente tu decisión y repítela:
«Elijo ver belleza. Elijo ver amor».

Cuando estés preparado, abre los ojos y, ahora, permítete ver en cada rostro más allá de su apariencia externa, para sentir su esencia.
Represéntala como una luz. Visualízala en su corazón, en su rostro o rodeándolo, si lo prefieres. Reconoce, interiormente, que cada persona tiene una naturaleza pacífica, amorosa y sabia.
Ahora, repite lenta y silenciosamente, dejando espacio entre cada frase para sentir: «Te veo, te reconozco como lo que eres. Eres amor. Honro tu presencia.
Yo soy tú, tú eres yo. Somos lo mismo».

Puedes terminar, una vez que has llegado a este estado, diciendo interiormente a cada rostro un suave:
«Te amo. Gracias».

Abandona todo pensamiento operativo por un momento y, mirando o visualizando a otra persona, di interiormente estas frases con lentitud, sintiendo profundamente el espacio de la conciencia entre ellas:
«Eres conciencia. Soy conciencia. Somos lo mismo.
Te veo».

Respira y siente. Permite que cambie tu estado de conciencia poco a poco.
«Eres amor. Soy amor. Somos amor.
Te amo».

Finalmente, cierra este ejercicio con las siguientes frases:
«Solo siento agradecimiento por ti.
Te dejo ser, pues eres amor. Gracias».



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