El Che Guevara magnánimo y generoso en el combate “hay que ser duros pero nunca perder la ternura” no dejaba pasar un acto de traición y en el mismo momento, la traición se pagaba con la vida.
La lealtad será siempre la recuperación de lo originario, de lo autentico. Ser leal será entonces un retorno a la verdad sentida y buscada. ¿Pero que es la verdad? Digámoslo, simple: lo autentico, lo contrario a la mentira, por ejemplo; verdad es un eterno encuentro con la libertad y la justicia (una categoría universal). Mentira es sostener la realidad con la ilusión de la palabra o con la tergiversación perceptiva de lo real desde lo falso. La genealogía de la traición esta adscrita a la genealogía de una moral regresiva (dejar de creer por conveniencia o dejar de creer y decir que se cree porque conviene).
Los traidores son seres viscosos que para no suicidarse justifican y precian sus actos.
Toda mentira es siempre un "autoengaño" que disocia a la persona en sí misma.La mentira, además, atenta contra el significado propio de la palabra de ser signo manifiesto del pensamiento interior. La mentira, finalmente, traiciona la confianza y la promesa que toda palabra-signo significa para el otro, con efectos socialmente destructores. Toda comunidad y sociedad procede del encuentro libre de personas que se comunican, abriéndose mutuamente en la verdad del propio pensamiento. La palabra, pronunciada o expresada de cualquier manera, es un acto de mutua confianza, instauradora de relaciones humanas. Comunicar es dar fe a la palabra. Toda mentira atenta contra este crédito de la palabra. Viola la promesa que toda palabra significa para el destinatario, lo induce a error, desviándolo para placer propio e hiriéndole en su dignidad de persona. Toda mentira es un abuso de confianza, que aleja a las personas y alienta la ruptura de los vínculos sociales. La mentira engaña al otro, con consecuencias socialmente envilecedoras, contagiosas e involutivas.
La lealtad es una virtud
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