Al enfocar nuestra atención en el momento presente,en el día a día; nos evitará llenarnos de nostalgia al recordar el pasado y paralizarnos de miedo al imaginar el futuro.
Vivir en armonía con el presente permite deshacernos del temor. Y es que su ausencia trae la felicidad. La capacidad de poder vivir sin miedo es lo único que nos diferencia del resto de animales.
El siguiente cuento judío, ilustra bien lo que quiero decir:
“Entre el pueblo judío, había un sabio que gozaba de ser el hombre más feliz de entre todos. Un día, le invitaron a comer. El sabio aceptó la invitación y se presentó en el lugar y la hora acordada. Una compañía abundante y una mesa repleta de manjares le estaban esperando. El sabio llegó, se sentó, comió en silencio, charló un poco y se levantó para irse. Cuando estaba en el umbral de la puerta, uno de los invitados le preguntó ¿Cuál el secreto de tu felicidad? A lo que el rabino contestó “cuando me siento, me siento; cuando como, como; cuando charlo, charlo; cuando me levanto, me levanto; y cuando me voy, me voy.” Los presentes, extrañados por la respuesta, le contestaron que entonces hacía lo mismo que ellos y que nada les diferenciaba. A esta afirmación, el sabio, respondió “no, cuando vosotros os sentáis ya estáis pensando en comer; cuando estáis comiendo, en hablar; cuando os levantáis, en iros y cuando os estáis yendo, en el lugar a donde vais. Concentrarse en el presente, en lo que uno está haciendo aquí y ahora, es una de llaves de la felicidad.”
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